miércoles, octubre 12, 2005


10 de octubre, El Cuartito

Por Natalia Arrigoni

Talcahuano a la altura de Marcelo T. de Alvear. Poco tránsito. La tarde de este, el anteúltimo feriado del año, se ve acompañada por la fuerte presencia del sol, aunque en esta cuadra, vaya uno a saber por qué razón, la sombra es la permanente amiga. Desde lejos se divisa el cartel indicador del lugar del encuentro: “El Cuartito”. De frente a la primera entrada, el cubículo que sostiene en su parte trasera una motocicleta, recalca el número del delivery, invitando a disfrutar de “ la mejor pizza”. Ya en el interior, los ojos se entretienen divisando la variedad de fotos, afiches y recuadros que revisten las distintas paredes del local. Son mayoría las tapas de El gráfico y distintas fotografías de escenas de películas, en las que se hace presente Gardel. Sólo la pared del fondo, rompe con esta característica. De lado a lado y de arriba a bajo, cuelga una gran bandera que repite, en los distintos recuadros celestes y blancos que la componen, “Unión por todos”. Unos centímetros más adelante, una seguidilla de mesas. De ellas cuelgan distintos afiches de la candidata a diputada nacional, y hacia uno de sus costados, el izquierdo, una gran pantalla, en la que se vuelve a leer el nombre del partido. No hay música de fondo, sólo sonido ambiente. El constante choque de los cubiertos, y el murmullo creciente de la gente. La mayoría de las caras son conocidas, son las mismas que se encuentran en los distintos folletos e impresos.
“¿Cómo anda la gente? ” La voz de Patricia Bullrich se impone en el tumulto. En pocos minutos se encuentra rodeada. Ella saluda con besos y abrazos, sin dejar que sus labios desdibujen la sonrisa en ellos presente. Poco a poco, cada uno va ocupando su lugar. Una vez más, Patricia se encuentra acompañada por Celina Mc Lean, quien se sienta a su derecha. A su izquierda, Fernando Caeiro. Al ver a todos prolijamente sentados, frente a aquella, su mesa, que realmente parece una mesa examinadora, Patricia bromea “ saquen una hoja, tema: la inseguridad”. Tras una breve descripción sobre la situación actual con relación a esta cuestión, se comienza a presentar el proyecto de ley referente a la conformación de una “nueva policía“. Patricia lee cada uno de los ítems que toman cuerpo en la pantalla que se encuentra a su costado, y luego realiza un comentario sobre cada uno de ellos. La sucesión de diapositivas guía su discurso, que en varias oportunidades se ve interrumpido por el murmullo de la sala. “Hay ruido atrás”, dice. Giran las cabezas en busca del foco del bullicio.
Una vez finalizada la exposición del proyecto, Patricia pregunta si alguien tiene alguna duda. Desde el fondo, se escucha una voz fina, quebrada, femenina. La consulta es dónde se establecería la zona roja en Capital. La respuesta es esbozada por Caeiro, quien sólo expresa que al ser inconstitucional este tipo de actividades, no puede ser contemplada por ley la determinación de un lugar para su establecimiento y ejercicio. En el momento en que Caeiro cierra su respuesta y uno de los presentes comienza a formular otra pregunta, el ayudante de prensa, se acerca a Patricia. Le habla al oído. Ella se levanta y se retira. Camina en dirección a la puerta. Allí otro señor, le entrega un celular, con el cual Patricia se aleja, conversando, del lugar. Caeiro se encarga de contestar las últimas preguntas, mientras la gente busca con la mirada, y se consulta entre sí, por la ausencia de Patricia, quien retorna una vez que la charla se encuentra finalizada.

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