Domingo de elecciones
Por Laura Blanco
Si no fuese porque todos visten jeans y zapatillas, se podría pensar que se trata de un día hábil debido a la cantidad de gente que camina por las calles de Recoleta. Señoras pitucas paseando sus perritos caniche, madres que aprovecharon el día soleado para pasear a sus pequeños hijos y hombres que charlan de fútbol en un domingo sin fútbol. Una pequeña multitud estancada en la puerta del colegio Santa Teresa de Jesús obstaculiza el camino de los peatones que pasan por la esquina de Scalabrini Ortiz y Las Heras. Algunos buscan su nombre en las hojas tamaño A4 pegadas con cinta adhesiva en las paredes del edificio, otros revuelven su bolso tratando de encontrar el DNI y rogando no habérselo olvidado en la mesita de luz. Los menos, son periodistas que bajo el sol primaveral esperan la llegada de Patricia Bullrich, la candidata a diputada por Unión por Todos. Por cierto, no se formó el tumulto de cámaras y flashes que esperaron la llegada de la glamourosa Moria Casán o que cubrieron la elección de Rafael Bielsa en una escuela a tan sólo unas cuadras de allí.
A diferencia del resto de los candidatos - que eligieron la mañana -, la ex ministra de Trabajo del gobierno de Fernando De la Rúa prefirió acercarse a las urnas al mediodía ya que según explicó “quería desayunar tranquila”. Muy puntual, llegó a las 12.30 (tal como sus agentes de prensa habían prometido) junto a un grupo de asesores y se ubicó en la fila de la mesa 1709 como una ciudadana más. Vestida con un trajecito blanco y peinada gracias a varias dosis de spray y unas cuantas horas de ruleros, Bullrich se mostró distendida y alegre, mientras conversaba con los vecinos del barrio, quienes la miraban y escuchaban anonadados. La simpatía de Patricia era por momentos exagerada y sus boca se enloquecía en la tarea de mantener la sonrisa permanente, besar a los presentes y enunciar ante los medios declaraciones ruidosas. “En la campaña hubo agresiones, pero nosotros no participamos de ninguna”, aseguró. Mientras esperaba su turno para entrar al aula que oficiaba de cuarto oscuro, Bullrich repitió, al igual que durante toda la campaña, que las encuestas no habían beneficiado a su partido, ya que aseguró que con ellas se había hecho campaña. Sin embargo, Bullrich fue una de las pocas candidatas que respetó la veda electoral, evitando enumerar sus propuestas, aunque sí confesó - luego de posar para las fotos y depositar el sobre blanco en la caja de cartón que reposaba sobre un escritorio escolar - estar muy esperanzada. “Esperemos que la gente venga a votar porque así se hace la democracia”, dijo, antes de ir hacia su búnker donde esperará hasta la noche los resultados de estas elecciones.
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