martes, octubre 11, 2005


Patricia Bullrich presentó sus propuestas en La Boca

Medio ladrillo posaba sobre unos catálogos de Unión Por Todos para no dejarlos volar. Estos posaban a su vez sobre una mesa cuadrada blanca de plástico (de esas que se ven en el jardín de casa) ubicada sobre una franja de césped que separaba la calle de la acera que limitaba con el Riachuelo.
Cinco personas que ya habían cumplido los cincuenta años, dos mujeres y tres hombres, estaban alrededor. Pero sólo había dos sillones estilo director de cine que de todas formas no iban a cumplir su función.
Desde la mesa se podían trazar dos semirrectas. Una de ellas estaba dirigida a los autos enfilados a noventa grados respecto del césped, los cuales hacían el papel de carteleras para los afiches del partido. En esa fila, se podía encontrar desde un Renault 6 hasta y un Peugeot 2
05. Pero entre ellos sobresalía una ambulancia, que en ese momento se había convertido en carro de campaña. La otra semirrecta apuntaba a la acera que lindaba con el Riachuelo. Por allí pasaba una persona por minuto. Las dos semirrectas con centro en la mesa conformaban el tránsito de estas cinco personas: ir a los autos en busca de catálogos, dejar algunos sobre la mesa y repartir otros a las personas eran sus rutinas.
Del lado de la primera semirrecta circulaban cada vez más autos sin detenerse a pesar del intento de los afiches, de los cuidadores de autos quienes llamaban con sus banderines, y de la voz de un hombre proveniente de un altoparlante que repetía: “El 23 de octubre, vote Patricia Bullrich Diputada, Armando Tisera Legislador”.
Siguiendo a la segunda semirrecta, se contemplaba el agua sin movimiento del Riachuelo, las barcas estacionadas y los muelles. Más atrás, los dos puentes de hierro altos como un edificio-torre metropolitano. El conjunto podría haber sido retratado por un pintor a quien no se le seca la tinta.
Una mujer de unos cincuenta años, con cabello abultado castaño, con saco y pantalones grises no apretados al cuerpo, con ojos entreabiertos y frente fruncida por culpa del sol frontal, llegó a la
mesa. Fue recibida por las cinco personas. Una de ellas le entregó una pila de catálogos de color azul y del tamaño de un cuaderno universitario, en cuya portada figuraba el retrato de esta mujer, y una frase que advertía: “Decidí cómo querés vivir los próximos años”. Esta mujer era Patricia Bullrich, quien sin demorar caminó hacia la acera y frente a la bandera celeste y blanca que decía Unión Por Todos, no más grande ésta que un afiche escolar, y la cual estaba colgada sobre la baranda que limitaba con el Riachuelo, comenzó a repartir catálogos a las personas que pasaban por allí, diciendo: “Hola, le entrego nuestras propuestas”. Algunas la eludían contestando con un “No soy de acá” o con un “No, gracias”. Otros tomaban el catálogo, y otros además se detenían para hablar sobre sus problemas: “Soy jubilado”, “Soy extranjero”, “Estoy enfermo”,…Ella tenía todas las soluciones. Las personas, que habrán sido unas quince, agradecidas.
El Barrio de La Boca es visitado por miles de personas. Más aun en un fin de semana largo. Pero esa cantidad no notó la llegada de Patricia Bullrich. Es cierto, no hubo una presentación con fuegos artificiales, con una banda musical ni con reflectores. No llegó ella en uno de esos autos en los que viajan los actores famosos, ni se subió a una tarima y, menos aun, i
mpuso su voz por encima de la música y las charlas de los cafés de Caminito. No se presentaron cámaras ni periodistas, ni personas esperando que les den algo a cambio de sus presencias. No se la vio con gafas oscuras ni rodeada de custodios. No había más distancia que un metro entre ella y la gente que caminaba por allí.
A pesar del continuo aviso de presencia por el altoparlante, más tarde el tránsito de personas llegó a tener una frecuencia de una por cada cinco minutos. La candidata de Unión Por Todos dejó la acera, saludó a sus asistentes y, después de media hora de haber llegado, se despidió de La Boca, pero La Boca no se despidió de ella.

Fotos: Ludovico Consentino Lombardi

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